Esta obra invita al espectador a explorar un paisaje abstracto de formas geométricas y texturas superpuestas que evocan capas de historia, estructuras olvidadas y vestigios de lo que alguna vez fue. Los tonos cálidos, como el ocre y el terracota, contrastan con negros y blancos, sugiriendo un equilibrio entre lo orgánico y lo industrial. Cada trazo y bloque de color parece contar una historia propia, pero juntos forman una composición armónica que sugiere la transformación continua de los espacios y materiales. Frente a esta pintura, uno siente el flujo del tiempo, donde lo construido y lo desvanecido coexisten en perfecta sintonía.
Acrílico sobre lienzo
30cm x 30cm
Obra única