Utilizando líneas quebradas y texturas que evocan la rugosidad de las paredes de una cueva, con elementos que se asemejan a grietas o pasajes, insinuando un viaje hacia el interior del ser, enfatizando que incluso en los lugares más recónditos y sombríos, la luz tiene la capacidad de entrar y transformar el entorno, llenándolo de vida y revelación, donde la luz simboliza la comprensión y el despertar en medio de la oscuridad interior.
Acrílico sobre cartulina
38cm x 48cm
Geometría de la armonía